
¡Atención, atención, amantes de lo insólito y las proezas que desafían la lógica! Tenemos notición de esas que te dejan con la boca abierta y la ceja levantada. Y es que David Rush, ese hombre que parece tener un pacto con el libro Guinness de los Récords para coleccionar las marcas más estrambóticas, lo ha vuelto a hacer. ¿Qué ha sido esta vez? ¿El mayor número de malvaviscos metidos en la nariz? ¿La torre de gofres más alta? Pues casi, casi, pero no. Este genio de la paciencia y la destreza se ha lanzado a la conquista de algo tan cotidiano como un lápiz, pero con una vuelta de tuerca que solo él podría imaginar: ¡rebotarlo 99 veces consecutivas contra una mesa y atraparlo con la misma mano!
Si pensabas que rebotar un lápiz ya era una tarea para mentes inquietas, imagínate hacer esto casi cien veces sin fallar. La cosa tiene su intríngulis, porque no vale cualquier rebote; tiene que ser un rebote limpísimo, sin trampas ni cartón. Y ahí es donde entra en juego la habilidad pasmosa de Rush, que no contento con tener ya unos cuantos centenares de récords en su haber (sí, has leído bien, ¡centenares!), siempre encuentra la manera de superarse en disciplinas que nadie más se atrevería a plantear.
Este hombre es un auténtico fenómeno, un atleta de lo absurdo que convierte la oficina en su particular campo de entrenamiento olímpico. Mientras el común de los mortales se desespera por encontrar el bolígrafo que se le cae al suelo, Rush está ahí, concentrado como un samurái, lanzando y atrapando su lápiz una y otra vez. Se ve que tiene una puntería y una coordinación ojo-mano que ríete tú de los mejores cirujanos. La verdad es que, viéndole en acción, uno se pregunta si no le vendría bien un poquito de siesta de vez en cuando, porque menuda energía para estas tareas titánicas.
El récord anterior estaba en 88 rebotes, así que nuestro amigo David ha cogido el listón y lo ha elevado con la elegancia de un bailarín y la precisión de un relojero suizo. Con su certificado ya en mano, podemos afirmar que este hombre ha convertido el lápiz, ese humilde instrumento de escritura, en el protagonista de una de las hazañas más curiosas de los últimos tiempos. Y es que, al final, lo importante no es solo lo que haces, sino lo bien que te lo pasas haciéndolo, ¿verdad? David Rush es la prueba viviente de que la excentricidad, si va acompañada de talento, puede llevarte directo al libro de los récords… y a la portada de las noticias más divertidas del día.
